Un puñado de mujeres y hombres apasionados por su profesión: la investigación y la docencia de una disciplina científico-humanista, la historia de la farmacia. El encuentro tuvo lugar en Madrid con motivo del centenario de la creación de la cátedra de esta asignatura en la Universidad Complutense.

La Jornada, organizada impecablemente por el gran Antonio González Bueno, comenzó por una mesa redonda con el título “Pasado, presente y futuro de la historia de la farmacia en las Universidades españolas”. Hubo representantes académicos de las Universidades públicas de Extremadura, Granada, Sevilla, Alcalá de Henares, Barcelona y Madrid.

Nuestro modelo universitario no pasa por sus mejores momentos y esta crisis afecta de manera más drástica a las materias humanistas que están siendo –en las facultades de ciencias- relegadas a un papel, en demasiados casos, prescindible.

De la mesa redonda saqué dos conclusiones: primera, mientras sobreviva este modelo de universidad pública, también lo harán los estudios de historia de la farmacia en sus aulas; lo que no quedó claro es la duración de esta agonía; segunda, los museos de farmacia son herramientas fundamentales para el conocimiento de su historia.

La jornada de tarde se desarrolló en las salas y salones de la Real Academia de Farmacia donde se improvisaron varias tertulias y donde el catedrático de Historia de la Farmacia de la Universidad de Barcelona y Presidente de la Sociedad de docentes universitarios de historia de la farmacia de España –Juan Esteva Sagrera- anunciado más que presentado, por el catedrático Javier Puerto Sarmiento, nos deleitó con la conferencia: “El medicamento: valores y garantías”. Como es habitual en él, la exposición fue más que brillante y colmada, eso sí, de múltiples provocaciones de toda índole, cargando las tintas contra moros y cristianos. Aprovechó para lanzar al aire sugerentes preguntas sobre el devenir de nuestra sociedad del bienestar; preguntas que continúan esperando una respuesta.

Enhorabuena a los organizadores del evento, sencillamente inolvidable.

Fotografía cedida por Raúl Rodríguez Nozal