Y entrando en la casa, vieron al niño con María su madre, y postrándose le adoraron, luego abrieron sus cofres y le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra (Evangelio de S. Mateo 2,11-12)
Hay que tener en cuenta que estos productos eran los más apreciados por el pueblo judío: del oro nada que aportar, el incienso (yncienso) que viene de Incendere, encender –por el agradable olor que produce al quemarse- lo utilizaron desde antiguo para contrarrestar las emanaciones de los animales sacrificados como holocausto sobre los altares, y la mirra –Mur en la Biblia- era una de las substancias más exquisitas para el pueblo hebreo y entraba a formar parte del Óleo Santo con el que se ungía en la frente a las personas con una encomienda especial.
Cuatro Siglos antes del nacimiento de Jesucristo, el médico de la antigua Grecia y padre de la Medicina, Hipócrates de Cos ya utilizaba estos tres productos en terapéutica. Por nuestra parte solo cabe decir que han formado parte de nuestra farmacopea hasta su novena edición en 1954, lo que quiere decir que han permanecido en nuestros recetarios por lo menos 24 siglos, todo un record.
Pues lo dicho, en la Tierra paz a la gente de buena voluntad.
Continuaremos en enero.
Dic
20
2013
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